jueves, 22 de marzo de 2007

ALEGRIA Y TRISTEZA

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No cambio la tristeza de mi corazón por la alegría de la gente, ni mis intimas lagrimas por una sonrisa. Prefiero que mi vida sea una lágrima y una sonrisa. Una lagrima que purifique mi corazón, me descubra los secretos de la vida y su oculto sentido, y una sonrisa que me acerque a los humanos. Una lágrima con la que pueda acompañar a los que sufren y una sonrisa que simbolice mi alegría en la vida.
Quiero morir anheloso y no vivir en el tedio. Prefiero que haya en las profundidades de mi alma sed de amor y de belleza; porque mire y vi que los satisfechos son miserables esclavos de la materia y escuche y oí que los suspiros del anhelante son más dulces que la mejor música.
Viene la tarde y la flor recoge sus pétalos y duerme abrazada a su deseo, y cuando llega la aurora, abre sus labios para recibir el beso del sol, porque la vida de las flores es deseo y encuentro, lágrima y sonrisa.
Las aguas del mar se evaporan para volverse nubes que vagan sobre montes y valles, y al encontrarse con el viento, caen llorosas sobre los campos, y luego se unen a los ríos y al final de la jornada, vuelven a su patria que es el mar. La vida de las nubes es separación y encuentro, lágrima y sonrisa.
Así el alma se separa de Dios y camina en el mundo de la materia y los valles de la alegría, y más tarde, al encontrarse con los vientos de la muerte, vuelve a su lugar de origen, al mar del amor y de la belleza, a Dios.

Damely.

Dedicado a alguien que quizás no me recuerda,

pero que en poco tiempo me esnseñó muchas cosas...


Nelson Vielma.

Pto. Cabello, 2001

 

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