Muy temprano en la mañana, después de pasar por aquel hermoso puente que parecía flotar en el cielo, cuya claridad le daba un toque mágico a la unión de esas dos preciosas masas de agua; el Orinoco y el Caroní, dos regalos de la naturaleza, ambos aceptandose, permaneciendo juntos, como hermanos a pesar de sus diferencias, formando entre ellos un límite espectacular y maravilloso, digno de admiración. Uno turbio a un lado y uno pacifico y azulado al otro, mostrando cada uno su inmensidad y belleza.
sábado, 28 de julio de 2007
Una mirada poética al Ajedrez
0 comentarios 17:47 Publicado por DamellyEn mi vida de blanco y negro, con mi guerra eterna y sin causas, divisé en el otro extremo a mi obscuro oponente
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